miércoles, 3 de agosto de 2016

Pinceladas por Lationamérica

(Publicada en Revista El Pasajero - Marzo/Abril 2016 http://www.revistaelpasajero.com.ar/)

¿Quién no ha soñado con realizar un viaje sin boleto de regreso? Aquí la historia de una pareja de artistas que supieron confluir este estilo de vida en una aventura por Latinoamérica sin límites ni hojas de ruta.



Hay una palabra que puede dilucidar lo que ellos lograron materializar y es “sueños”. Ellos son Laura Suen, de 32 años, y Bruno Cecotti, de 33, oriundos de Paraná, Entre Ríos. Son una pareja que decidió recorrer distintos lugares del globo para compartir experiencias y plasmar su arte. Su estilo de vida se resume a partir de “la libertad, la sorpresa y la espontaneidad”.
Siempre tuvimos la inquietud de viajar y conocer diferentes lugares desde que hicimos nuestro primer viaje a Europa en el 2005. Desde ahí nos dimos cuenta que no hay límites y que se puede llegar a cualquier lugar”, cuentan Laura y Bruno.

¿Cómo empezó la idea de viajar por Latinoamérica?
“Estuvimos viviendo ocho meses en Costa Rica en el 2012. Allí nos compramos una casa rodante  Combi Volkswagen Camper equipada con cama de dos plazas, cocina y heladera. Sin embargo, necesitábamos un propósito para viajar. No viajar por viajar. Pero como a los dos nos gusta el arte y la pintura, dijimos pintemos la camioneta en cada país con un artista distinto. El plan era llegar a México y después bajar hasta Argentina, sin una hoja de ruta estricta ni con tiempo límite”.
Desde Laura y Bruno emprendieron el viaje tuvieron contacto con varios artistas, en cada lugar que fueron visitando. “Es muy interesante porque siempre que nos juntamos a pintar terminamos comiendo, charlando y nos despedimos como si fuéramos amigos de toda la vida”. Algunos de los nombres propios que intervinieron en la pintura del motor home fueron Yiyo y Roy en Costa Rica, Roke en Nicaragua, Calo en El Salvador, Wiro en Guatemala, Eikon y Kukulcanvas en México y Ledania en Colombia.
No hay mapas que limiten el viaje, como cuentan ellos, “las cosas van surgiendo  y vas cruzándote con gente que te recomienda tal o cual lugar y van surgiendo casi sin pensarlo. Hacemos todo lo que hace la gente local, y así nos transformamos en vecinos por unos días. Hay cosas que te cuenta la gente que no te la da ningún mapa ni guía de viaje”.

También están las dificultades, sobre todo en relación a la camioneta: “cuando se nos rompe y hay que arreglarla, buscar mecánicos, asistencia o algún repuesto. Por suerte en toda América hay clubes de Volkswagen y a los que andan viajando los asisten en todo lo que pueden. Son una comunidad enorme y excelentes personas, muchas de las cuales seguimos amigos hasta hoy”.



¿Desde qué actividad o ámbitos se conectan más con los lugares?
“Más que nada, lo que te conecta con un lugar son las personas. Por ejemplo, cuando en San José de Costa Rica pasó uno de los antiguos dueños de la combi y terminamos quedándonos dos semanas en su casa, desayunando arroz con frijoles y queso frito, empapándonos de su cotidianeidad. Además tenemos una mesa con artesanías y muchas veces la armamos al lado de la camioneta que es un imán, la gente de acerca a preguntarte sobre la camioneta, el viaje y conectas desde ese lado… y también muchas veces tomando mate simplemente en un banco terminas charlando con las señoras que salen a hacer las compras o con los que manejan el transporte público que están haciendo tiempo y terminan contándote muchas cosas de su realidad”.

¿Qué cosas sienten que van dejando y llevando de cada lugar?
“En cada destino dejamos muchas cosas, sobre todo amigos, surgieron muchas familias amigas que nos abrieron las puertas de su casa. Y también en algunas ciudades pintamos murales que es lo que pretendíamos hacer siempre que podíamos. Lo que siempre te brinda un lugar es la generosidad de la gente. También hay lugares que te echan, no están bien vistos los foráneos o los extranjeros y eso lo sentís”.

¿Cómo fue cambiando o no su perspectiva del continente Latinoamericano?

“Aprendimos mucho sobre nuestro continente, más que nada sobre los aborígenes. La perspectiva es que tenemos una calidad de personas excelentes, pero aplastadas por la corrupción, la desigualdad, la ignorancia, la religión y muchos otros males que sufrimos a diario desde Ushuaia hasta Tijuana. En cada rincón siempre hay una mano más poderosa que aplasta a la más débil. La fuerza que tienen las culturas en algunos países hace que hoy estén vivas todavía, pero en otras les gano el modelo gringo, como en Panamá, Costa Rica, El Salvador, Ecuador, y sobre todo una gran parte de México. Estos países miran a los Estados Unidos como el país ideal y dejan de mirar la riqueza infinita que tienen dentro. Mirar hacia el norte es un denominador común que vimos en todos estos países, en unos más que en otros, pero hasta el punto de mezclar en una conversación palabras en castellano con palabras en inglés. Eso la verdad nos marco mucho porque nunca lo vemos, por lo menos en Argentina”. 

Por Diego María Gallardo

diegomariagallardo@gmail.com

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