(Publicada en Revista El Pasajero - Marzo/Abril 2016 http://www.revistaelpasajero.com.ar/)
¿Quién no ha soñado con realizar un
viaje sin boleto de regreso? Aquí la historia de una pareja de artistas que
supieron confluir este estilo de vida en una aventura por Latinoamérica sin
límites ni hojas de ruta.
Hay
una palabra que puede dilucidar lo que ellos lograron materializar y es
“sueños”. Ellos son Laura Suen, de 32 años, y Bruno Cecotti, de 33, oriundos de
Paraná, Entre Ríos. Son una pareja que decidió recorrer distintos lugares del
globo para compartir experiencias y plasmar su arte. Su estilo de vida se
resume a partir de “la libertad, la sorpresa
y la espontaneidad”.
“Siempre tuvimos la inquietud de viajar y
conocer diferentes lugares desde que hicimos nuestro primer viaje a Europa en
el 2005. Desde ahí nos dimos cuenta que no hay límites y que se puede llegar a
cualquier lugar”, cuentan Laura y Bruno.
¿Cómo empezó la idea de viajar por
Latinoamérica?
“Estuvimos viviendo ocho meses en Costa
Rica en el 2012. Allí nos compramos una casa rodante Combi Volkswagen Camper equipada con cama de
dos plazas, cocina y heladera. Sin embargo, necesitábamos un propósito para
viajar. No viajar por viajar. Pero como a los dos nos gusta el arte y la
pintura, dijimos pintemos la camioneta en cada país con un artista distinto. El plan era llegar a México y después bajar
hasta Argentina, sin una hoja de ruta estricta ni con tiempo límite”.
Desde
Laura y Bruno emprendieron el viaje tuvieron contacto con varios artistas, en
cada lugar que fueron visitando. “Es muy
interesante porque siempre que nos juntamos a pintar terminamos comiendo,
charlando y nos despedimos como si fuéramos amigos de toda la vida”. Algunos
de los nombres propios que intervinieron en la pintura del motor home fueron
Yiyo y Roy en Costa Rica, Roke en Nicaragua, Calo en El Salvador, Wiro en Guatemala,
Eikon y Kukulcanvas en México y Ledania en Colombia.
No
hay mapas que limiten el viaje, como cuentan ellos, “las cosas van surgiendo y vas
cruzándote con gente que te recomienda tal o cual lugar y van surgiendo casi
sin pensarlo. Hacemos todo lo que
hace la gente local, y así nos transformamos en vecinos por unos días. Hay
cosas que te cuenta la gente que no te la da ningún mapa ni guía de viaje”.
También
están las dificultades, sobre todo en relación a la camioneta: “cuando se nos rompe y hay que arreglarla,
buscar mecánicos, asistencia o algún repuesto. Por suerte en toda América hay
clubes de Volkswagen y a los que andan viajando los asisten en todo lo que
pueden. Son una comunidad enorme y excelentes personas, muchas de las cuales
seguimos amigos hasta hoy”.
¿Desde qué actividad o ámbitos se
conectan más con los lugares?
“Más que nada, lo que te conecta con un
lugar son las personas. Por ejemplo, cuando en San José de Costa Rica pasó uno
de los antiguos dueños de la combi y terminamos quedándonos dos semanas en su
casa, desayunando arroz con frijoles y queso frito, empapándonos de su
cotidianeidad. Además tenemos una mesa con artesanías y muchas veces la armamos
al lado de la camioneta que es un imán, la gente de acerca a preguntarte sobre
la camioneta, el viaje y conectas desde ese lado… y también muchas veces
tomando mate simplemente en un banco terminas charlando con las señoras que
salen a hacer las compras o con los que manejan el transporte público que están
haciendo tiempo y terminan contándote muchas cosas de su realidad”.
¿Qué cosas sienten que van dejando y
llevando de cada lugar?
“En cada destino dejamos muchas cosas, sobre todo amigos, surgieron muchas familias amigas que nos abrieron las puertas
de su casa. Y también en algunas ciudades pintamos murales que es lo que
pretendíamos hacer siempre que podíamos. Lo que siempre te brinda un lugar es la generosidad de la gente. También
hay lugares que te echan, no están bien vistos los foráneos o los extranjeros y
eso lo sentís”.
¿Cómo fue cambiando o no su perspectiva
del continente Latinoamericano?
“Aprendimos mucho sobre nuestro
continente, más que nada sobre los aborígenes. La perspectiva es que tenemos
una calidad de personas excelentes, pero aplastadas por la corrupción, la
desigualdad, la ignorancia, la religión y muchos otros males que sufrimos a
diario desde Ushuaia hasta Tijuana. En cada rincón siempre hay una mano más
poderosa que aplasta a la más débil. La fuerza que tienen las culturas en
algunos países hace que hoy estén vivas todavía, pero en otras les gano el
modelo gringo, como en Panamá, Costa Rica, El Salvador, Ecuador, y sobre todo
una gran parte de México. Estos países miran a los Estados Unidos como el país
ideal y dejan de mirar la riqueza infinita que tienen dentro. Mirar hacia el norte es un denominador común
que vimos en todos estos países, en unos más que en otros, pero hasta el punto
de mezclar en una conversación palabras en castellano con palabras en inglés.
Eso la verdad nos marco mucho porque nunca lo vemos, por lo menos en Argentina”.
Por Diego María Gallardo
diegomariagallardo@gmail.com
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